En la quietud del alma, el Espíritu desciende,
donde la fe florece, y el amor se extiende.
Soplo divino, don de Dios con gran amor,
los Dones del Espíritu, un regalo de esplendor.
Sabiduría, el primero, nos guía con destreza,
para comprender el mundo y hallar la belleza.
Entendimiento, segundo, ilumina la razón,
desvelando los misterios en la vida y en canción.
El consejo, tercero, nos brinda dirección,
en cada decisión, nos ofrece protección.
Fortaleza, cuarto don, nos da valentía,
en los momentos difíciles, en medio de la agonía.
Ciencia, quinto, nos enseña a discernir,
la verdad en la ciencia y en el existir.
Piedad, sexto don, despierta el corazón,
amor divino y compasión, un lazo de unión.
Finalmente, temor de Dios, séptimo y final,
respeto y reverencia, en nuestra alma esencial.
Los Dones del Espíritu, dones celestiales,
guiándonos en la vida, siendo luz en los males.
Con estos regalos, en la fe perseveramos,
caminamos con Cristo, en Él confiamos.
Que el Espíritu Santo, con su gracia y poder,
nos inspire y guíe, en cada amanecer.
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