En el eco del silencio y la penumbra,
reposa el corazón que amó sin tregua,
un hombre que anheló un amor sin sombra,
pero el destino lo llevó a la vereda oscura.
Me tengo que alejar de ti, ilusión efímera,
pues una vez más te idealicé, desmedida,
confundí que también sentías algo, sincera,
mas tus ojos brillaban por otra vida.
Despedirme es un adiós que duele en el alma,
ya viví este dolor, lo conozco como a un viejo amigo,
tu sonrisa es para otro, mi corazón se desarma,
en cada latido, un lamento perdido.
Ya esto lo viví, es triste no ser correspondido,
prefiero que me duela unos días, ya sabré salir adelante,
antes me cuestionaba en qué había fallado,
pero ahora comprendo, y he aprendido a aceptar.
Me alejo con el eco de un suspiro,
recordándote con ojos brillantes, libre como el viento.
Ya no quiero seguir este camino incierto,
me convertiré en algo mejor, sin senderos fúnebres.
No me volveré a ilusionar con la esperanza efímera,
mis buenas intenciones las guardaré para quién las
merezca,
hoy doy vuelta a la página, mi mente se aclimata,
para escribir de lo que realmente vale la pena, con
certeza.
En este vaivén de emociones y recuerdos,
aprendo que no debo anclar mi esperanza en lo incierto,
y que el amor verdadero, el que nunca fue esquivo,
espera en algún rincón, paciente y vivo.
Por: Gerson Vega
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