Escuchar tu voz
se ha vuelto necesaria para mi alegría.
Por eso digo:
Hazme oír tu voz amada mía,
Porque tu voz es dulce como la miel.
Cuan mayor será para Dios la alegría,
Cuando hablamos con Él, a la primera hora del día.
La distancia se acorta y Él, inclina su oído a nuestro
clamor.
Hoy por el momento te escucho por celular,
Para oír tu respiración, acerco más el auricular.
Cierro los ojos, te escucho y comienzo a imaginar
que estas allí con migo y te veo tan real.
Escuchar tu voz, me hace muy, pero muy, feliz.
© Por: Gerson Vega
0 comentarios:
Publicar un comentario